Desde su concepción, esta casa estuvo diseñada para que su privacidad no se viera afectada sin perder el imprescindible vínculo con en el exterior y la entrada de iluminación natural.
Así es que, si se observa la casa de afuera hacia adentro, se tendrá la sensación de estar ante volúmenes no muy perforados, de estado introvertido y sin embargo, cuando se la vive desde el interior, la impresión es de total libertad. Esto se ha logrado, en parte, gracias a que las grandes superficies vidriadas permiten la entrada del verde, del vasto parque, y de los dos patios interiores con los que se beneficia la propiedad.
Con la misma idea de protección, la casa muestra un retiro de 6 metros respecto de la línea municipal generando, al mismo tiempo, un espacio de transición entre el adentro y el afuera que en esta construcción se vuelve marca. Aquí no hay ruptura, sólo fluidez y continuidades entre interiores y exteriores brindadas a través de espacios semicubiertos como, por ejemplo, la gran galería que da al fondo de la casa y las pérgolas.
Por lo demás, la misma idea de conexión/privacidad, parece haber guiado la relación de los ambientes entre sí y su distribución.